Vivir en Tailandia es una experiencia que va más allá de sus playas paradisíacas. Implica convivir día a día con los tailandeses y hacer frente a diferencias culturales. Es algo que repetimos mucho.
Para que puedas contrastar nuestras sensaciones y hacerte una idea más global de la sociedad tailandesa seguimos trayéndote testimonios de gente que vive en Tailandia. Hoy conversamos con Caro Piqueras, una argentina de 30 años que lleva cuatro por estos lares. Además trabaja como maestra de inglés, una de las profesiones en las que más demandan extranjeros.
Es también una viajera empedernida. Salió de su Argentina natal con 22 años y durante estos siete años ha vivido en España, Australia y Nueva Zelanda. Ahora vive en Chiang Mai, al norte del país. Durante sus inicios como profesora en el país de la eterna sonrisa estuvo viviendo en Trat, una provincia rural al sur del país. Durante la entrevista habla de las diferencias de vivir en un lugar sin apenas turistas a hacerlo en Chiang Mai. También profundiza en las costumbres culturales que ha ido observando a lo largo de estos años.
Puedes escuchar el podcast aquí:
Pueblo vs. ciudad
Su primera experiencia fueron dos años y medio viviendo en Trat, una provincia llena de agricultores y elefantes salvajes. Cuenta que llegó sin saber prácticamente nada del país y tuvo que aprender tailandés porque no era suficiente con el inglés. «Me costaba mucho comunicarme en lugares como mercados. Tenía que hacerlo con traductor o señas. La manera en la que me vestía también era diferente porque al ser un pueblo todos se conocían y sabían que yo era profesora. Así que, tenía que vestirme siempre como tal».
Ahora, sin embargo, trabaja en un colegio internacional en Chiang Mai , la segunda ciudad más grande del país. En esta escuela todos hablan inglés y además en la ciudad hay mucho extranjero y nadie sabe que es profesora. «Es una experiencia muy distinta. La primera me hizo conocer una Tailandia diferente, viviendo en granjas e incluso llegué a acudir a una boda tradicional».
Las diferencias culturales las notaba en el día a día. Cuando estaba en el pueblo, por ejemplo, tenía asistentes mayores que ella. Al ser la profesora tenían que mostrar respeto. Lo hacían agachándose hasta que su cabeza quedara debajo de la suya. Ocurría incluso en situaciones en las que estaba sentada en el suelo con los niños. Pero era imposible que no lo hicieran. Ahora mismo ya no lo siente tanto por ser un colegio más internacional y con menos tailandeses.
Además, «los padres me traían regalos todo el tiempo, me agradecian por estar educando a sus hijos», explica Caro Otra curiosidad que cuenta es que se tatuó la palabra krue (maestro en tailandés). «Cuando me ven el tatuaje cambian su trato e incluso me dan habitaciones mejores en los hoteles. Esto me pasa en todo el país».
¿Cómo es trabajar con niños?
Los niños no tiene nada que ver con los de otras nacionalidades. «Al principio como me trataban con tanto respeto y distancia, me daba cosa que no fueran a ser cariñosos, pero luego no fue así. Rara vez tuve que llamarles la atención y tenía 16 alumnos. Ahora tengo alumnos de Corea y China que acaban de llegar al país. Les tengo que enseñar modales porque gritan más. Esto choca con los tailandeses que hablan tan tranquilo y tan relajado. Esa diferencia cultural la noto mucho y me cuesta tener que repetirles que se descalcen y otra serie de costumbres tailandesas.»
Viajando sola por Tailandia
«Me siento mejor que en casa. No existe el miedo para mí. Me olvidé de lo que es la inseguridad. He viajado en cualquier lugar de noche. Lo único que me dan miedo son los perros de la calle. Por otro lado, he llegado a dejar la bici 3 semanas aparcada y nunca faltó». También cuenta que ha dejado las cosas en la arena para ir a bañarse y al volver y estaba todo. Nunca tuvo una mala experiencia.
Tuvo más miedo cuando fue a otros países vecinos como Camboya porque se había acostumbrado a Tailandia. Por ejemplo «en Malasia tenía la sensación de que me miraban mal por la ropa que llevaba y aquí nunca me pasó eso. Como mujer sola nunca sentí inseguridad. Está lleno de mujeres viajando en solitario y todas tuvieron una experiencia similar. Si llegó a pasar algo siempre hubo un extranjero de por medio».
Por decir algo negativo añade que lo único que puede ocurrir es la típica estafa para turistas en Bangkok. Por ejemplo, te dicen que el Grand Palace está cerrado para llevarte a ver otro lugar en vez de el que querías y terminas pagando un poco más.
Alojamientos
Caro se ha alojado tanto en habitaciones mixtas como de mujeres en hostales. «Creo que son ideales para conocer gente. Dormir es barato y fácil de reservar. Además, en los alojamientos suelen hablar inglés. Es muy fácil moverse por Tailandia», concluye.
Relaciones con tailandeses
Respecto al tema social y su relación con los tailandeses, Caro afirma que sí ha conseguido tener algún amigo tailandés. Aunque cree que en este caso la limitación es el idioma. «En Trat tengo una amiga que me llevó a una boda y a la granja de su familia».
En cuanto a las relaciones amorosas siente que las mujeres tailandesas están muy abiertas a tener una relación con un occidental. Sin embargo, «ellos nos tienen miedo o respeto. Por ejemplo, en alguna ocasión en un bar nos llegaron a invitar, pero nunca se acercaron a hablar con nosotras. También creo que yo estoy menos acostumbrada a las relaciones tradicionales tailandesas».
Aspecto físico
Algo que le llama mucho la atención es la honestidad en este sentido. Por ejemplo «mi amiga me dijo que su tía le dijo que estaba más gorda. En otro contexto, como el laboral, es habitual hacer comentarios tipo este vestido no te queda bien».
Otro ejemplo, «cuando estaba en Trat mi jefa tailandesa se mantenía totalmente alejada del sol. Sin embargo, yo me iba a broncearme siempre que podía. Ella me decía «¡ay no! Estás más marrón». El tema de la piel blanca aquí se valora por un tema de estatus social. Lo que me llamaba la atención que estos comentarios vinieran de gente desconocida«.
Hasta aquí la entrevista con Caro Piqueras. Puedes seguir sus aventuras por el reino de Siam en su instagram. Si quieres conocer la historias de otras mujeres que viven en Tailandia no te pierdas nuestro capítulo anterior.
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